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Toby, el código moral y Winnie Mandela

Por Alejandro Cernuda Categoría Otros textos

Toby

Toby es un perro salchicha. Su dueña, de quien omito el nombre, más por olvido que por respeto al anonimato, trabajaba cuando ocurrieron los hechos en el Combinado Cárnico de Palmira. Convengamos en que para un perro tener una dueña con semejante empleo, en Cuba, es una de las mejores ventajas a que pueda aspirar. Sin embargo, un día Toby desapareció.

A grandes rasgos y sin sentimentalismos: la dueña dejó de trabajar durante una semana. Se dedicó a infructuosas pesquisas que la llevaron a los confines del barrio e incluso hasta otros pueblos. Ella misma perdió el apetito, las ganas de ver la televisión y conmovió a sus amigos hasta el punto de que varias personas la secundaron en la búsqueda. Otras lo hicieron bajo la esperanza de recompensa que la mujer escribió en un cartel, y luego colgó, en la puerta de su casa. Sus pesquisas llegaron al extremo de enemistarse con supuestos secuestradores, quejas a la policía, la visita a centros espirituales y la promesa, si aparecía Toby, de ir de rodillas hasta el santuario de San Lázaro.  

Al cumplirse los ocho días, de madrugada, Toby lloró un poco frente a la puerta de su ama, rasguñó la madera, ladró, en fin, toda la parafernalia. Estaba magullado, mordido, apenas reconocible por las heridas de una pasión que en realidad no había arrastrado, junto con otros perros de la localidad, hasta una finca lejana.  


El código moral

Dos finales posibles tiene esta historia banal. En el primero la dueña sale a la calle y con lágrimas de alegría se abraza a su perro, lo besa sin piedad, arrastra al amigo herido hasta la cocina y le ofrece el trozo de embutido de cerdo que tanto tiempo ha guardado para él y al otro día cumple su promesa de rodillas hasta el santuario de San Lázaro. En el otro final, los amigos conmovidos por el dolor y la amenaza de pérdida del trabajo le regalaron a la dueña un cachorro de Cocker Spaniel bello y juguetón -los sátiros sabían que no hay mejor remedio contra la congoja- para intentar detener el dolor de la dueña abandonada. Así, al abrir la puerta esa noche y descubrir el estado deplorable de su antiguo compañero, la dueña dio un portazo y se desentendió para siempre del dolor.  

El primer final se resuelve en el romanticismo y el ridículo. El otro me recordó la patética historia de miles de europeos mandados a los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial que al regresar a su casa encontraron ocupado su puesto en la cama. Algo peor, pues ninguno de estos hombres se fue de juerga tras una perra de campo. La mayoría fueron raptados en la calle y en años se supo de ellos. La disyuntiva entre si estaban muertos o concentrados fue la excusa utilizada en casi todos los cambios, amén de las pésimas condiciones de vida en que sumió la guerra al Viejo Continente. Es imposible juzgar ahora -no juzguéis y no seréis juzgados-, y menos digno cuando a los hombres se les condena menos y lo hacen más a menudo, con o sin guerra.  Existe, por otra parte, cierta relación entre estas suplantaciones y una especie de ley no escrita para los huéspedes del sistema carcelario.

En muchos casos las mujeres que deciden emprender otra relación la mantienen oculta y esperan a que el hombre recobre su estatus de libertad y luego lo abandonan. Esto, me imagino, tenga que ver en muchas ocasiones con el código de honor impuesto entre los reclusos[i]. Cosa que no se cumple cuando se huye atropelladamente de la viudez y un cónyuge en fase terminal de alguna enfermedad. Ahí no se respetan, aunque sean más viejos, los códigos morales y tampoco suponen las estadísticas una diferencia entre el comportamiento genérico. Son casos en que las estadísticas valen un carajo y sólo tiene derecho a juzgar el implicado, y si lo hace siguiendo el consejo de Marco Aurelio, mucho mejor.  

¿Y te parece aberración de la naturaleza humana lo que no va contra el designio de su propia naturaleza? ¿Por qué, pues? ¿Has aprendido tal designio? ¿Te impide este suceso ser justo, magnánimo, sensato, prudente, reflexivo, sincero, discreto, libre, etc., conjunto de virtudes con las cuales la naturaleza humana contiene lo que le es peculiar? Acuérdate, a partir de ahora, en todo suceso que te induzca a la aflicción, de utilizar este principio: No es eso un infortunio, sino una dicha soportarlo con dignidad 


Marco Aurelio. Meditaciones 

Winnie y Nelson

Si bien la pareja más famosa del continente Africano se habían separado en 1992, dos años antes de que Nelson se convirtiera en el primer presidente de Sudáfrica elegido mediante sufragio universal (1994), se divorciaron en 1996. Quienes sólo tuvimos acceso en el tiempo que Nelson Mandela estuvo preso -1963 a 1990- a la parte de la historia que embargaba la lucha internacional por su liberación y no a su proceso sentimental, vimos la cruzada de Winnie como un acto de heroísmo y amor. Pese a los detalles de incongruencia entre su filosofía en cuanto a las minorías blancas de Sudáfrica y la opinión de su esposo, en sus acciones estuvo el grueso de esa gesta.

Fue para muchos una pareja cerrada por la pasión y el sacrificio, pero los treinta y tantos años de matrimonio se vieron truncados en un momento. Winnie fue acusada del secuestro y la muerte de un joven de catorce años y la relación entre ellos terminó igual que cualquier otra. Según algunas fuentes se demostró su infidelidad durante el periodo en que Nelson estuvo en prisión. Su intento de obtener cinco millones de dólares en el divorcio fue desestimado cuando ella no se presentó en la audiencia.

El punto culminante de la ruptura parece haber sido sino de la pasión al menos de la compatibilidad política entre ambos- el documento presentado por el arzobispo anglicano Desmond Tutu en 1998, y apoyado por Nelson, donde se acusa al régimen del Apartheid, pero también al movimiento de liberación, incluido el propio ANC. Sin dudas un documento sin precedentes en la historia, pero también un paso fuerte contra las fuerzas de liberación, en las cuales militaban ambos, y Winnie era un símbolo. Era la Madre de África, como muchos la llamaban.

En ese mismo año Nelson se casó con Graça Machel, viuda del Samora Machel, ex presidente de Mozambique. En marzo de 2010 aparecieron unas declaraciones hechas por Winnie a Nadira Naipaul (esposa de Vidiadhar Surajprasad Naipaul, premio Nobel de Literatura en 2001) donde acusa a su ex de no ser otra cosa que una fundación, abandonar a los negros y convertirse en un colector de fondos en el extranjero. Unos días después Winnie declaró que la entrevista era apócrifa.

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