Juego Limpio
Fragmento del libro Tweet
Al general nunca se le vio preocupado en la época que su nombre salía escrito en las paredes junto con otras palabras proféticas sobre su muerte, sólo Beatriz, como buena esposa, se encargaba de las medidas de seguridad y de organizar un grupo de mujeres capaces de devolverle a la ciudad el color original de sus muros, cosas de las que Atilio Rionegro nunca se preocupó. Esa fue para ella la única ocupación dentro del gobierno. Le cubrió las espaldas al dictador y le fue fiel bajo el concepto de estar siempre cerca y no abandonarlo. Sus vidas se habían fundido tras la muerte de Juan José Borges, y más luego del atentado sufrido por el general en 1986. Así estuvieron hasta que la muerte los separó catorce años después. La misma muerte, sin necesidad de molestar al tiempo, se encargó de hacer como si nada de esto hubiera pasado. Más detalles