Bienvenido a Hasselt
Hasselt, rincón querido... Así tarareábamos Casper y yo cada vez que entrábamos a la mínima ciudad del oeste de los Países Bajos. Bienvenido a Hasselt es una pequeña novela satírica, fantástica, tal vez absurda y ciertamente entrañable para mí. La escribí de un tirón tras mi regreso a Cuba, la primera vez que estuve en Europa, en el pequeño ordenador que me traje de sus tierras entrecanales y que luego vendí para volver.
Y volver es lo que hace Carlos Simón, aunque no lo crean los propios habitantes de la ciudad neerlandesa, donde las teorías y los narradores se mezclan para no aclararnos nunca, ni a los lectores ni a mí, quién diablos es Carlos Simón. El lector que se adentre en sus páginas igualmente será acompañado por el mismo chino descalzo, el mismo fantasma que siguió a nuestro hombre y vivió con él, o sin, las peripecias de un amago de emigración. Yo también tuve una Sandra en aquella época, o dos, quién sabe hoy a ciencia cierta. Es ella quien hace a Carlos Simón emprender este viaje hacia la vanidad.
Fragmento
Pero vamos a aclarar el punto. Sandra no tuvo una gran idea, sino una gran panza, pues en verdad estaba embarazada. Se necesitaría entonces esperar que el hijo creciera para ver si, sandez hereditaria mediante, comprobábamos la paternidad del huevón del hotel Colina. De documentos nunca supe nada, ni de libros escritos en pueblos olvidados. Lo que sí tengo claro es mi inocencia en cuanto al trabajo de espía internacional.
Juro por la parábola perfecta en la caída de mi madre desde la muralla china, que el tipo al otro lado del canal era yo y nadie más. Carlos, aunque culto, jamás escribió en mi presencia otra cosa que no fue-ran sus reportes de ventas tras cada noche de traba-jo. Que un tipo escriba MIENTRAS ESPERO, en un cuaderno sólo prueba que está esperando algo. ¿Cuántas probabilidades hay de que un cubano es-criba eso?
La única cosa cierta en la versión del cabeza de queso Joost Van de Velde, es que Carlos esperaba, ¿qué era?, no lo sé, ni tampoco qué menopáusico impulso lo llevó a esperar en Hasselt, pueblo insigne de la mojigatería mundial, un museo de las buenas costumbres. Más...Sinopsis
La acusación del robo de los documentos relacionados con una tecnología innovadora, las presiones políticas, el deseo de escribir una novela en un clima templado. La orden de fomentar el partido comunista entre las campesinas de Europa, el descubrimiento del ombligo del mundo, el turismo de protesta, el tráfico inconcluso, la venganza, la huida desesperada del amor que muere. La sutil necesidad de conocer la nieve… No sé, no se sabe por qué Carlos Simón viajó a los Países Bajos.
En opinión de su acompañante y guía espiritual la única causa probable para esta aventura en la necesidad de alucinar a su novia con noticias del extranjero. Estas teorías y más son tratadas desde diferentes puntos de vista mientras los acontecimientos se suceden fuera de la comprensión, aun de los múltiples narradores, quienes tratan, desesperados, de imponer su propia versión de los hechos. Escrita en tono carnavalesco, esta novela nos hace acompañar a su protagonista en un viaje lleno de absurdos y comercios entre el mundo de allá y este nuestro, terrenal y anodino.
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