Bajo la luz del vitral
Fragmento del libro Tweet
Mirta se detuvo frente a una de las habitaciones. Hizo un giro para comprobar que todo estaba bien a sus espaldas y en el patio. Tiró de la puerta con las dos manos en el borde hasta hacerla chocar con su propio pie puesto a manera de tope. El interior permanecía iluminado gracias a la luz de la calle contigua, filtrada a través del vitral de motivo religioso. Ella pudo distinguir los rasgos del joven bajo la sábana y su ropa colocada en el espaldar de la única silla. Era de madrugada. Pese a ser la dueña de la casa, si Mario despertaba iba a creerla loca por él. Para una mujer como ella el entredicho era uno de los peores contratiempos. Un concepto ético que no estaba dispuesta a arriesgar luego de haber sacrificado tantas cosas. Pero ya estaba allí. Era urgente terminar lo que vino a hacer. Hizo una mueca y sonrió antes de dar el primer paso. Permanecer expectante, en todo caso, le pareció enfermizo. Se imaginó descubierta en el umbral, ¿y qué iba a decir? Las excusas eran demasiado erráticas y la verdad inadecuada para una mujer, quien, a pesar de su fama, se sentía orgullosa del respeto de sus allegados. Trató entonces de no mirar al joven. Su estado inconsciente lo hacía fuerte y esa fuerza mellaba en ella el espíritu de matrona. Habían pasado sus mejores años, pero se sabía deseada por casi todos, incluso por este joven dormido, a lo mejor ahora inmerso en algún sueño erótico. ¿Sería capaz de pensar eso de mí que he sido como una madre?... que lo quiero. Tan depravado y en aquel momento ahí… Piensa que nadie lo sabe. Se masturba a diario, inspirado en cualquiera de nosotras o en todas. Y ahora duerme, como un albañil cansado. Más...