Amor de poeta
Fragmento del libro Tweet
No apures el paso. Ya, aquí estamos solos. Cuidado con los vidrios que te pueden traspasar los zapatos. No me aprietes contra la pared. Así Katia, bonita. ¿Qué? Sí, antes había luz, pero todos los insectos han tenido que emigrar desde que rompí la farola. Fue después que nos vimos por la tarde, y teníamos ganas. Entonces, huele a medicinas. Pero no tengas miedo, miras aquí miras allá. Viene alguien desde la boca del callejón. Escóndeme en un beso como hacen los espías en las películas, y no nos movamos para que el intruso tuerza rápido el rumbo. Seguro se larga por la calzada de San Lázaro, que es mejor calle si uno no tiene escrúpulos de pisar la mierda de los perros. No me muerdas, puta. Ni luego te rías de mi sangre, vampiresa, hija de puta… Y ahora no te enojes si te la escupo en los ojos. ¿Duele? Te doy con fuerza y sin embargo ríes. ¿Y qué es ese sabor? Sangre, pero hay algo más… Ah claro, las pastillas con alcohol. Silencio, ¿no ves?... Te lo digo aunque me gusta la muequita que te tuerce los labios, pero ¿no ves que el intruso es policía? O por lo menos algo con antenas que se mueve como si no supiera bailar. Y tú menor de edad, y yo borracho y con pastillas, peor que la culpa de los homicidas. Más detalles